El mandala de arena budista tibetano, subraya el concepto de la impermanencia, que afirma que todas las cosas de la vida son transitorias. en el momento en el que, tras un enorme esfuerzo, el terriblemente intrincado mandala de arena queda terminado y se han completado los rituales y meditaciones que lo acompañan, es sistemáticamente destruido.
En el antiguo Tíbet, los mandalas de arena se creaban con piedras semipreciosas machacadas. Hoy en día se pulverizan piedras blancas y se tiñen. El mandala Kalachakra, representa setecientas veintidós deidades y contienes también sofisticadas formas y motivos geométricos.
La destrucción de un mandala de arena es una ritual de meditación. Las sílabas de la deidad, junto con los demás elementos del mandala, se retiran en un orden concreto hasta que la figura queda totalmente desmantelada. Se introduce la arena en un tarro, que se envuelve en seda, y se lleva a un rio donde la arena es devuelta a la naturaleza.
Tere Valero Romero
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