EL PESO DE LAS PALABRAS

 El peso de las palabras:


Cuando nos dicen que "no valemos"

El camino hacia nuestros propósitos está a menudo sembrado de obstáculos, y uno de los más difíciles de superar puede ser la negatividad de quienes nos rodean, especialmente cuando proviene de nuestros seres queridos. Esas frases lapidarias como "no vales para eso", "no lo vas a conseguir", "es mejor que lo dejes", actúan como dardos que minan nuestra autoconfianza y nos hacen dudar de nuestras capacidades.

¿Por qué sucede esto? Las razones pueden ser diversas y complejas:

Miedo al fracaso: A veces, nuestros seres queridos, con la mejor intención, intentan protegernos del dolor del fracaso. Creen que, si nos desaniman, evitaremos la frustración y la decepción. Sin embargo, esta actitud puede ser contraproducente, ya que nos priva de la oportunidad de aprender, crecer y desarrollar nuestra resiliencia.

Proyección de sus propias inseguridades: En ocasiones, las personas proyectan sus propias inseguridades y limitaciones en nosotros. Si ellos mismos no se atrevieron a perseguir sus sueños, pueden intentar disuadirnos de hacer lo mismo, inconscientemente.

Falta de comprensión: Puede que nuestros seres queridos no comprendan nuestros sueños o no los vean como algo realista o alcanzable. Esta falta de comprensión puede llevarlos a expresar su desaprobación o a intentar desviarnos hacia caminos que consideran más seguros o convencionales.

Envidia o celos: Aunque cueste admitirlo, a veces la negatividad puede estar motivada por la envidia o los celos. Si alguien cercano a nosotros ve que estamos persiguiendo nuestros sueños con pasión y determinación, puede sentirse amenazado o inseguro, y reaccionar con críticas o desánimo.

Patrones familiares: En algunas familias, existe una cultura de crítica o negatividad que se transmite de generación en generación. Si crecimos en un entorno donde se nos decía constantemente que no éramos lo suficientemente buenos o que no podíamos lograr grandes cosas, es posible que hayamos internalizado esos mensajes y que nos cueste creer en nosotros mismos.

 


¿Cómo afrontar estas situaciones?

Fortalece tu autoestima: Trabaja en construir una base sólida de autoestima y autoconfianza. Recuerda que tu valor no depende de la opinión de los demás, sino de tu propia percepción de ti mismo.

Comprende sus motivaciones: Intenta comprender las razones detrás de la negatividad de tus seres queridos. Recuerda que, en la mayoría de los casos, sus intenciones no son malas, aunque su forma de expresarse pueda ser hiriente.

Comunícate con asertividad: Expresa tus sentimientos y necesidades de forma clara y respetuosa. Explícales por qué tus sueños son importantes para ti y cómo te sientes cuando te desaniman.

Busca apoyo en otras personas: Rodéate de personas que te apoyen y te inspiren. Busca mentores, amigos o grupos de apoyo que compartan tus intereses y te animen a perseguir tus metas.

No te rindas: Recuerda que la única opinión que realmente importa es la tuya. Si crees en ti mismo y en tus sueños, no permitas que las palabras negativas de los demás te desvíen de tu camino.

Es importante recordar que el camino hacia nuestros propósitos es personal y único. No necesitamos la aprobación de todos para seguir adelante. Confía en tu intuición, escucha a tu corazón y rodéate de personas que te impulsen a crecer. Al final, la satisfacción de alcanzar tus metas será la mejor respuesta a quienes dudaron de ti.

 

RELATO

Anya, una joven de espíritu libre y movimientos gráciles, soñaba con la danza desde que era niña. Se imaginaba flotando en escenarios iluminados, expresando emociones a través de cada pirueta y cada arabesques. Sin embargo, su madre, una mujer pragmática y con los pies firmemente plantados en la tierra, no compartía su entusiasmo. Para ella, la danza era una actividad frívola, un pasatiempo sin futuro.

"Anya, mi amor", le decía con voz preocupada, "debes ser realista. El mundo del ballet es competitivo y precario. Necesitas una profesión que te garantice estabilidad, un trabajo de verdad".

Anya escuchaba las palabras de su madre con un nudo en la garganta. Admiraba su inteligencia y su fortaleza, pero no podía comprender su desaprobación hacia su pasión. A pesar de las dudas que sembraban en su mente, Anya se negaba a renunciar a su sueño. Encontró refugio en la academia de danza, un lugar donde se sentía comprendida y alentada.

Madame Elena, su maestra, era una ex bailarina de renombre, con una mirada que irradiaba pasión y una postura que aún conservaba la elegancia de sus años en los escenarios. Ella veía en Anya un talento innato, una chispa especial que la diferenciaba del resto.

"Anya", le decía con voz suave pero firme, "tienes un don, una gracia que no se puede enseñar. No lo desperdicies. La danza exige disciplina, sacrificio, pero también te regala una libertad incomparable. Si este es tu camino, no lo abandones".

Las palabras de Madame Elena eran como un faro en la tormenta de dudas que Anya enfrentaba. En la academia, rodeada de compañeras que compartían su amor por la danza, Anya se sentía en casa. Cada paso, cada coreografía, era una afirmación de su identidad, una forma de silenciar las voces críticas que intentaban apagar su llama.

Sin embargo, la lucha interna persistía. Anya anhelaba la aprobación de su madre, su apoyo incondicional. Intentaba comprender sus miedos, su visión del mundo, pero la brecha entre ambas parecía insalvable.

Un día, Madame Elena anunció una audición para una prestigiosa compañía de ballet internacional. Era la oportunidad que Anya había estado esperando, la puerta de entrada a un mundo de posibilidades. Pero al mismo tiempo, el miedo al rechazo, al fracaso, la paralizaba. Y la voz de su madre, con sus advertencias y sus dudas, resonaba con fuerza en su mente.

Anya se debatió entre la emoción y el temor durante días. Finalmente, con el apoyo de Madame Elena y el aliento de sus compañeras, decidió arriesgarse. Se preparó con rigor, dedicando horas a perfeccionar cada movimiento, a expresar su alma a través de la danza.

El día de la audición, Anya se enfrentó al jurado con una mezcla de nerviosismo y determinación. Bailó con el corazón en la punta de los pies, con la pasión desbordando en cada giro, con la esperanza brillando en sus ojos. Al terminar, una sensación de liberación la invadió. Había dado lo mejor de sí misma, había sido fiel a su sueño.

La espera fue angustiosa. Los días se convirtieron en un torbellino de emociones contradictorias. Finalmente, llegó la noticia: Anya había sido seleccionada. La alegría la inundó como una ola, pero al mismo tiempo, la preocupación por la reacción de su madre la embargaba.

Con el corazón latiéndole con fuerza, Anya le contó a su madre la noticia. Para su sorpresa, en lugar de la crítica habitual, encontró un brillo de orgullo en sus ojos. Al ver la felicidad incontenible de su hija, al comprender la magnitud de su logro, la coraza de pragmatismo de su madre se resquebrajó.

"Anya, mi niña", dijo con voz temblorosa, "perdóname por no haber creído en ti. Estaba equivocada. Ve y persigue tus sueños, vuela alto. Yo estaré aquí, orgullosa de la mujer que te estás convirtiendo".

Anya abrazó a su madre con lágrimas de felicidad. En ese abrazo, la barrera que las separaba se disolvió. Anya comprendió que el amor de su madre, aunque expresado de forma torpe, siempre había estado presente. Y con el corazón lleno de gratitud y la confianza renovada, se preparó para iniciar su nueva aventura, con la certeza de que, aunque el camino estuviera lleno de desafíos, su pasión y su disciplina la guiarían hacia el éxito.

 

MORALEJA

La historia de Anya y su madre nos deja varias moralejas importantes:

Sigue tu pasión: A pesar de las dudas y las críticas, no renuncies a tus sueños. La pasión es una fuerza poderosa que te impulsa a superar obstáculos y alcanzar tu máximo potencial.

Confía en ti mismo: No permitas que las opiniones negativas de los demás te definan. Cree en tus capacidades, reconoce tu talento y ten el coraje de perseguir tus metas.

Busca apoyo en quienes creen en ti: Rodéate de personas que te inspiren, te alienten y te ayuden a crecer. Un buen mentor o un grupo de apoyo pueden marcar la diferencia en tu camino.

Comprende las perspectivas de los demás: Intenta comprender las motivaciones y los miedos de quienes te critican. A veces, las críticas nacen del amor y la preocupación, aunque no se expresen de la mejor manera.

Comunícate con asertividad: Expresa tus sentimientos y necesidades de forma clara y respetuosa. El diálogo abierto y honesto puede ayudar a derribar barreras y construir puentes de entendimiento.

Persevera: El camino hacia tus sueños puede ser largo y desafiante. No te desanimes por los obstáculos. La perseverancia, la disciplina y la pasión son tus mejores aliados.

El amor puede expresarse de diferentes maneras: A veces, las personas que nos aman expresan su afecto de formas que no siempre entendemos. Aprende a reconocer el amor detrás de las críticas y valora el apoyo que recibes, incluso si no se manifiesta como esperabas.

En definitiva, la historia de Anya nos enseña la importancia de ser fieles a nosotros mismos, de perseguir nuestros sueños con pasión y determinación, y de rodearnos de personas que nos apoyen en el camino. Y nos recuerda que el amor, incluso cuando se equivoca, siempre busca el bienestar de quien ama.


Tere Valero


- ASTRÓLOGA
- ASESORA PROFESIONAL EN ASTROGENEALOGÍA
- ASESORA PROFESIONAL DE CONSTELACIONES SISTÉMICAS
- BIODECODIFICACIÓN ASTROLÓGICA.

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