LA FELICIDAD
LA FELICIDAD
La felicidad no se encuentra, se
construye:
La felicidad, un camino que se
construye paso a paso
La felicidad,
ese estado de plenitud y satisfacción que todos anhelamos, ha sido objeto de
reflexión y búsqueda desde tiempos inmemoriales. Filósofos, poetas y pensadores
de todas las épocas han dedicado sus vidas a intentar comprenderla y
alcanzarla. Muchos la han buscado como si fuera un tesoro escondido, al estilo
de las aventuras de Indiana Jones, un objeto preciado que aguarda ser
descubierto en algún lugar remoto. Sin embargo, la realidad es que la felicidad
no se encuentra por casualidad, como quien se topa con un billete olvidado en
un bolsillo. La felicidad es un estado interno que se crea, se nutre y se
mantiene a través de un esfuerzo consciente y continuo.
Para
comprender mejor esta idea, imagina la felicidad como una planta delicada. No
surge espontáneamente, sino que requiere ser sembrada en la tierra fértil de
nuestra mente, regada con atención y cuidados, protegida de las inclemencias
del pesimismo y abonada con dosis de optimismo y gratitud. Así como una planta
necesita tiempo y dedicación para crecer y florecer, nuestra felicidad también
requiere de un esfuerzo constante para desarrollarse y mantenerse vibrante.
¿Dónde reside
la auténtica felicidad?
Es común caer
en la tentación de buscar la felicidad en el mundo exterior, en la acumulación
de bienes materiales, en el reconocimiento social o en la consecución de metas
ambiciosas. Si bien estas cosas pueden generar momentos de alegría y
satisfacción, no son la fuente de una felicidad auténtica y duradera. La
verdadera felicidad no se encuentra en lo externo, sino que reside en nuestro
interior, en nuestra forma de percibir el mundo, en cómo nos relacionamos con
nosotros mismos y con los demás.
El camino
hacia la felicidad: un viaje de autodescubrimiento
Construir la
felicidad es un proceso personal y único para cada individuo. No existe una
fórmula mágica que funcione para todos, pero sí existen herramientas y hábitos
que podemos cultivar para acercarnos a ella. Es como emprender un viaje de
autodescubrimiento, donde exploramos nuestro interior, identificamos nuestras
fortalezas y debilidades, y aprendemos a cultivar aquellas cualidades que nos
conducen al bienestar.
Algunas
herramientas para cultivar la felicidad:
Cultivar la gratitud: En lugar de enfocarnos en lo que
nos falta, podemos aprender a apreciar las cosas buenas que ya tenemos en
nuestra vida, por pequeñas que sean. Un amanecer radiante, la sonrisa de un ser
querido, la salud, un plato de comida caliente... La gratitud nos ayuda a
valorar el presente y a sentirnos más satisfechos con lo que tenemos.
Practicar la atención plena: Vivir en el presente, en lugar de
dejarnos llevar por las preocupaciones del pasado o las ansiedades del futuro,
es fundamental para experimentar la felicidad. La atención plena nos permite
conectar con nuestras sensaciones, emociones y pensamientos sin juzgarlos, como
un observador curioso que explora su propio mundo interior. Nos ayuda a ser más
conscientes de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, apreciando la belleza
de cada instante.
Cuidar nuestro cuerpo: Nuestro cuerpo es nuestro hogar,
el vehículo que nos permite experimentar la vida en toda su plenitud.
Alimentarnos de forma saludable, hacer ejercicio con regularidad y descansar lo
suficiente son pilares fundamentales para el bienestar físico y mental. Cuando
cuidamos nuestro cuerpo, nos sentimos con más energía, vitalidad y positivismo,
lo que nos permite disfrutar más de cada día.
Nutrir nuestras relaciones: Las conexiones humanas son
esenciales para nuestra felicidad. Cultivar relaciones sanas y significativas
con familiares, amigos y seres queridos nos proporciona apoyo, amor, un sentido
de pertenencia y la alegría de compartir experiencias con otros. Rodearnos de
personas que nos quieren y nos aceptan tal como somos es un bálsamo para el
alma.
Encontrar nuestro propósito: Descubrir qué nos apasiona, qué
nos motiva y qué nos hace sentir vivos es clave para una vida plena y con
sentido. Dedicar tiempo a nuestras pasiones, desarrollar nuestros talentos y
encontrar un propósito que nos inspire nos da un sentido de dirección y nos
llena de satisfacción.
Aceptar las emociones difíciles: La vida es un viaje con altibajos,
y experimentar emociones como la tristeza, el miedo o la ira es parte de la
experiencia humana. En lugar de resistirnos a estas emociones, podemos aprender
a aceptarlas, comprenderlas y dejarlas ir. Aceptar nuestras emociones, incluso
las negativas, nos permite crecer, aprender y desarrollar una mayor resiliencia
frente a las adversidades.
Ser amables con nosotros mismos: Tratarnos con compasión, perdonar
nuestros errores y celebrar nuestros logros son actos de amor propio que
contribuyen a nuestra felicidad. Debemos ser nuestros mejores amigos, apoyarnos
en los momentos difíciles y animarnos en el camino. Cultivar la autocompasión
nos permite aceptarnos con nuestras imperfecciones y vivir con mayor serenidad.
Crear la
felicidad es un viaje continuo, una aventura de autodescubrimiento y
crecimiento personal. Requiere esfuerzo, paciencia y perseverancia, pero la
recompensa es invaluable. Recuerda, la felicidad no es un lujo, es una
necesidad. No esperes a que llegue por arte de magia, ¡comienza a construirla
hoy mismo! Cada pequeño paso que des en la dirección correcta te acercará a una
vida más plena y feliz.
RELATO:
EL
VIEJO TOMÁS Y LA MARIPOSA DE LA FELICIDAD
El viejo Tomás, con sus manos nudosas y su rostro curtido por el sol, se sentó en el banco de piedra frente al mar. La brisa marina le despeinaba los pocos cabellos blancos que le quedaban, mientras la mirada se perdía en el horizonte infinito. Llevaba toda una vida buscando la felicidad, esa escurridiza mariposa que revoloteaba en su mente, siempre fuera de su alcance.
De joven, pensó que la felicidad estaba en el éxito. Se dedicó en cuerpo y alma a su trabajo, escalando posiciones en la empresa hasta llegar a la cima. Tenía el dinero, el poder, el reconocimiento... pero la felicidad seguía ausente. Se sentía vacío, como un barco a la deriva en un mar de indiferencia.
Luego, creyó encontrarla en el amor. Se casó con Elena, una mujer hermosa y dulce, y juntos formaron una familia. Los primeros años fueron de dicha, llenos de risas, juegos y proyectos compartidos. Pero con el tiempo, la rutina, las preocupaciones y la falta de comunicación fueron apagando la llama del amor, dejando solo cenizas de lo que fue.
Desilusionado, Tomás se refugió en los placeres materiales. Viajes exóticos, coches de lujo, cenas en restaurantes exclusivos... buscaba llenar el vacío con experiencias efímeras, pero la satisfacción era momentánea. Al final del día, la soledad y la insatisfacción volvían a llamar a su puerta.
Un día, cansado de buscar afuera lo que solo podía encontrar dentro, Tomás decidió cambiar de rumbo. Comenzó a prestar atención a las pequeñas cosas, a los detalles que antes pasaban desapercibidos:
el canto de los pájaros al amanecer, el aroma del café recién hecho, la sonrisa de un niño. Empezó a valorar lo que tenía, en lugar de lamentarse por lo que le faltaba.
Descubrió la alegría de ayudar a los demás, de compartir su tiempo y experiencia con quienes lo necesitaban. Se unió a un grupo de voluntarios que visitaba a ancianos en un asilo, y encontró una profunda satisfacción en llevarles un poco de compañía y alegría.
Tomás aprendió a vivir en el presente, a disfrutar de cada momento sin aferrarse al pasado ni preocuparse por el futuro. Comenzó a meditar, a conectar con su respiración, a aquietar su mente. Descubrió la paz interior, esa serenidad que le había eludido durante tantos años.
Finalmente, comprendió que la felicidad no era un destino, sino un camino. No era algo que se encontraba, sino algo que se creaba día a día, con paciencia, gratitud y amor propio. Y allí, sentado en aquel banco frente al mar, con el sonido de las olas como música de fondo, Tomás sonrió.
Había encontrado la felicidad, no en un lugar lejano, sino en lo más profundo de su ser.
Tere Valero
- ASTRÓLOGA
- ASESORA PROFESIONAL EN ASTROGENEALOGÍA
- ASESORA PROFESIONAL DE CONSTELACIONES
SISTÉMICAS
- BIODECODIFICACIÓN ASTROLÓGICA
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